viernes, 23 de julio de 2010

Alerg!as


Ayer tomé un coctel de pastillas y quede profundamente dormida.
El alergicólogo sostiene que el acné que cargo es producto de mucha comida marina y eventualmente “algo” en exceso.

Me puse a pensar que cosas consumo en exceso y llegué a determinar lo siguiente:

1. Verduras
2. Chocolates
3. Gaseosa
4. Perfumes
5. Sexo

¿ Es que acaso abusar del sexo desmesuradamente puede ocasionarme alergias?

Sus cuarenta y ya perdí la cuenta


Ganamos mucho dinero ese día pero lo perdimos el mismo instante en que decidimos quedarnos hasta las tres y media de la madrugada, para seguir jugando.
Resulta difícil saber la hora en un casino. Da igual si son las diez de la noche o las cuatro de la mañana.

El tiempo se pasa volando. Y yo, me pasaba volando junto al olor enmaderado de su perfume. Éste se deslizaba por mi nariz mientras Theo, se movía inquieto por una coca cola helada. Es lo único que toma mientras estamos dentro de esa sala. Las meseras le coquetean descaradamente mientras se acercan a darle un afectuoso beso. Él, me mira de reojo, retrocede y extiende su mano. Por lo menos, guarda un poco de decencia y no me hace quedar como a una imbécil.

A las pocas horas, el cielo despejado auguraba una mañana perfecta. Agarramos la carretera y huimos fuera de la ciudad a respirar aire fresco y divertirnos un rato. A mitad del camino, un policía nos detiene y nos pide la licencia de revisión del auto. Theo, el muy malcriado le dice que su carro es del 2007 y que por lo tanto aún no le toca la revisión. El policía empieza a explicarle las reglas y él lo mira mientras su anular oprime fuertemente el botón de la puerta. Las lunas polarizadas subieron rápidamente y el policía aun no terminaba de hablar. Fue muy cómica esa escena. Pero no podía reírme frente a la autoridad.

- ¡Que nos ponga la papeleta de una vez!, grita mientras revisa su cabellera en el espejo retrovisor.

- Seguramente, quiere dinero,pensé.

Luego de cinco minutos y un floro más o menos elaborado. Nos devolvió los papeles y continuamos con el viaje.
Era evidente que ante esa situación lo único que faltaba por hacer era: apretar el acelerador y regresar a la casa. Sin embargo, continuamos con el viaje.

Un festín de platos nos dieron la bienvenida. Comimos durante dos horas consecutivas. No nos saltamos ninguna comida. Nos engullimos desde entrada hasta postre. Antes de regresar a casa decidimos montar a caballo.

- Quiero ir a las ruinas sin el guía, me dijo sonriendo.

- Creo que es peligroso, aseveré

Sus deseos fueron órdenes. Nos dirigíamos a las ruinas sin guía. Yo iba a un kilometro tras el por que su caballo corría aceleradamente..."ojalá que se esté diviertiendo",me dije mientras sostenía las cuerdas del animal.

Unos minutos después, regresa asustado.

- ¿Qué paso?, pregunté.

- El caballo se volvió loco y le pegó a una mongola.

Suficiente para dar por terminado el día.