jueves, 23 de septiembre de 2010

LA ENCUESTA: Una propaganda política

Hace cinco días, el candidato de Acción Popular, Gonzalo Alegría, denunció sin prueba alguna que representantes de una encuestadora, cuyo nombre mantuvo en reserva, se contactaron con él para pedirle dinero. Esto a cambio de ubicarlo tercero en las encuestas de intención de voto. El monto: 14 mil dólares. Urpi Torrado, presidenta de la Asociación Peruana de Empresas de Investigación de Mercado (Apeim), pidió al candidato dar el nombre de la encuestadora a la que acusa, pero Alegría no quiso dar el nombre por no tener pruebas necesarias para justificar la denuncia. Ante esto, Urpi dejó en claro que ninguna de las encuestadoras de Apeim trabajaba de esa forma, pues se rigen bajo estándares de calidad y códigos de ética.

En procesos anteriores, semanas previas a los comicios, recibimos pronósticos realizados por diversas encuestadoras. Muchos de ellos, difieren significativamente en sus resultados. Por ello, el candidato Ollanta Humala Tasso, declaró abiertamente: “Las encuestadoras están manejando de alguna manera la campaña electoral de los candidatos; están poniendo a los que ellos creen que deben estar arriba (…)”. ¿Es posible que se cuestione la veracidad de las encuentras en nuestro país?, ¿Qué credibilidad podemos tener de ellas? Estamos acostumbrados a malos manejos, producto de la corrupción e ineficacia de nuestros gobernantes. Y, por si fuera poco, estamos expuestos a la constante distorsión e invención de resultados. Tal y como lo evidencian las últimas elecciones en la provincia de Huaura y en la región Lima. Los ganadores no fueron precisamente los que encabezaban las encuestas de las empresas privadas y las universidades. ¿Es que acaso las encuestas se nublaron antes los altos estándares de calidad y los códigos de ética? Al parecer, ésta matriz es repitente. No sólo en nuestro país, sino en países vecinos como en Colombia. Las encuestas en su momento, mostraban al candidato verde, Antanas Mockus por encima de todos sus contrincantes. Al parecer, Mockus iba a ser el afortunado ganador. Sin embargo, en las últimas semanas previas a los comicios electorales, las encuestadoras marcaron un desastroso descenso para Mockus y situaron a Santos en la cima. No hay una respuesta clara ante tal situacion. Pero, todo señala a que la derrota de Mockus se debió porque no se contabilizaron los votos en áreas rurales, sumado a que muchas encuestas fueron realizadas por teléfono.

Una evidencia de que las encuestas no necesariamente reflejan el deseo real de la población son las encuestas hechas con simulación de cédula. Este tipo de encuesta difiere de la encuesta tradicional ya que, el encuestado rellena una cédula de forma privada, y en ningún momento revela su intención de voto. Esta privacidad hace que las encuestas plasmen el sentir real del encuestado. En una encuesta realizada por el Instituto de Opinión Pública (IOP) de la Pontificia Universidad Católica del Perú acerca de la intención de voto municipal para los siguientes comicios, la ganadora fue Lourdes Flores con 33% con el método tradicional y 28% con la simulación de cédula. Le seguía Susana Villarán con 27% y 23% respectivamente. La diferencia de porcentajes benefició a candidatos como Fernando Andrade, que incrementó de 5% a 9% y al candidato de Cambio Radical, quien incrementó de 1% a 4%. Estos resultados resultan reveladores tras conocer que la fuente de datos fue el mismo conjunto de personas para ambos sistemas. Es decir que las mismas personas tenían respuestas diferentes de acuerdo al tipo de encuesta.

En noviembre del año 2000 se aprobó la Ley 27369 que modificó la Ley Orgánica de Elecciones, la cual dictaminó que personas naturales o jurídicas que realicen encuestas en periodos electorales y no electorales debían registrarse ante el Jurado Nacional de Elecciones (JNE). De acuerdo al máximo ente electoral, son 80 las encuestadoras que están autorizadas para publicar y difundir sondeos de opinión y proyecciones electorales a nivel local, regional y nacional. De ese total, el Registro Electoral de Encuestadoras (REE), señala que 45 están domiciliadas en provincias y las 35 restantes en Lima Metropolitana y en la Provincia Constitucional del Callao.

En un momento de presión político-social como el que atraviesa el Perú, se viene produciendo una crisis en las decisiones de los votantes y en los resultados de las elecciones. Durante una encuesta, y frente a una persona desconocida que se inmiscuye en la privacidad de las preferencias políticas, es probable que muchas personas se inclinen hacia una respuesta que no afecte la relación con el encuestador. Esto se da porque sienten la presión de los medios y del sistema. Carlos Huneeus Madge, director del Centro de Estudios de la Realidad Contemporánea, sostiene que esa clase de elecciones se da en toda América Latina y confirma que cuando un encuestado está frente a un encuestador, tiende a escoger algo que la mayoría de la gente aprobaría. En plena contienda política, existe una gran cantidad de electores flotantes. Esto se refleja en las encuestas, en donde un porcentaje importante apoya un voto “indeciso”. Generando el escenario ideal en donde las encuestas sean utilizadas para manipular la opinión pública. Éstas han pasado de ser simples muestreos de la realidad, para convertirse en una herramienta de propaganda política.