viernes, 5 de agosto de 2011

Lecciones Popperianas

Lorenzo Chillón menciona en su Crítica y objetividad contra dogmatismo: lecciones popperianas para el periodismo informativo, que no es posible la transmisión de una verdad en un medio informativo, y esto no es del todo cierto. No es cierto por una simple diferencia: existen verdades y verdades potenciales o no probadas. Una verdad es un hecho irrefutable, como podría ser: el Titánic se hundió. Por más que se recupere el armazón, se hagan pruebas y lancen conjeturas sobre cómo o porqué se hundió, no se podrá negar que se hundió. De este ejemplo, la verdad es que el barco se hundió y la verdad potencial es el porqué se hundió. No se puede considerar que el porqué sea una verdad absoluta porque está sujeta al juicio de una persona y no se basa en un hecho tangible. Esto es similar al ejemplo de la teoría de Einstein que Popper utiliza para justificar la teoría de realismo que respalda, ya que la teoría se basa en asunciones y por ende está sujeto a error. La verdad en cambio, no está sujeta a error y no depende de nada para que sea válida. Se sustenta por sí misma.

Entonces, la transmisión de una verdad en un medio informativo es posible –¿o acaso el 15 de abril de 1912 los periódicos no anunciaban la tragedia?-. En el texto de Chillón, en cambio, se lee que la verdad es, al parecer, algo inalcanzable. Esto da cabida a una discusión filosófica -que trasciende el alcance de este texto- ya que se afirma que la verdad no existe, o traducido al lenguaje de proposiciones: es verdad que la verdad no existe. Pero sin considerar este desliz, la verdad si es transmisible. Esto, otra vez, porque la verdad es un hecho, concreto, real, inamovible, perdurable a través del tiempo. El resto son conjeturas u opiniones que depende de quién las diga, de un punto de vista, del humor de alguien, de una alucinación o de la fantasía. El resto, no es de fiar porque no se puede estar seguro de si es una verdad o no. En este sentido, se llega a un consenso con Chillón, porque él afirma, al igual que Popper, que lo más que se puede transmitir es verosimilitud (en temas que podrían ser catalogados como verdades potenciales), y esto significa, una aproximación a la verdad, una cuasi verdad.
Todos las “verdades” vertidas en los testimonios recogidos in situ deben ser catalogados como meras aproximaciones a la verdad. Esto porque se está involucrando el juicio de una persona en algo que debe carecer de error, que no puede estar basado en conjeturas, en ideas, en suposiciones. Un testimonio debe ser objetivo y no influenciado por las circunstancias. Como recuerda Chillón: “todo lo que involucre un juicio de valor, todo lo subjetivo, no puede ser verdad”. Así que la objetividad no debe ser solo parte de la línea de ética del periodista, sino que también debe ser parte del testimonio que se recoja, porque una persona puede conocer el hecho, pero luego tergiversarlo e informar sobre una verdad adornada, que al final resulta en el reflejo del la imaginación de una persona. La pregunta ahora sería: ¿La objetividad es algo verdadero?

A fin de cuentas, la objetividad no es posible de lograr, es un ideal, una línea de idea que se debería seguir, pero que es inalcanzable. Chillón sugiere que sí es posible si no existen agentes que restrinjan la libertad de escritura del periodista, cual si la redacción fuese una cárcel en donde se hace lo que manda el capataz. Sin embargo, y como dice Kant, la objetividad se construye subjetivamente.

ANÁLISIS LINGÜÍSTICO DE BOURDIEU

Bourdieu en El lenguaje y la comunicación: de los mercados lingüísticos a la degradación mediática describe cómo las interacciones de las personas mediante el habla comparten el mismo comportamiento que los mercados económicos. Bajo este esquema, el discurso (o argumento) equivale al producto, el cual adquiere valor –para Bourdieu un poder simbólico- al ser aceptado y compartido dentro del mercado lingüístico. El sociólogo francés hace énfasis en que existen diferentes grupos dentro de los mercados, los cuales comparten ciertos aspectos intelectuales y de alineación de pensamiento. Bourdieu menciona que estos factores son producto de la interacción social humana y es algo normal e inevitable. Un claro ejemplo de esto son las elecciones nacionales. Cada persona maneja su propia verdad en cuanto a los candidatos, haciendo oídos sordos y filtrando lo que se quiere escuchar. Las discusiones de quién es mejor –o cual es el menos malo- no llevan, por lo general, a un consenso. Puede darse el caso –y se da muy a menudo- que dos personas que comparten el mismo espacio físico tengan posiciones encontradas en esta discusión. Sin embargo, es menos probable que ocurra si estas dos personas han recibido la misma educación y frecuentan círculos sociales similares. Esto se debe, dice Bourdieu, porque la mentalidad se forja en el ambiente social. Los discursos aceptados y aplaudidos siguen un patrón acatado por el sector social en el que uno se encuentre.

Bajo este concepto, las intervenciones que una persona tiene dentro del mercado lingüístico alteran el beneficio simbólico del discurso que se predica. Si convence o el trasfondo es seguido por otras personas, entonces se dice que aumenta su beneficio simbólico – el argumento se vuelve más popular dentro del grupo, es más aceptado-. Es por esto que las intervenciones deben de estar enfocadas a un público objetivo y tiene que ser preparado exclusivamente para él. De esto deriva la acotación de Bourdieu que refiere a que un discurso sólo es válido dentro del sector de mercado para el cual fue concebido. Y como el mercado es un ambiente social, se infiere que el discurso lleva también una marca social.

Por esto, Bourdieu afirma que la única manera de entender o interpretar un discurso es analizándolo dentro del contexto bajo el cual fue concebido. Esto tiene sentido ya que no todo lo que se dice debe de interpretarse literalmente. Las jergas o regionalismos hacen que sea posible decir la misma frase en dos lugares distintos y, aunque hablen el mismo idioma, en uno se salga bien acompañado y en el otro magullado tras tremenda paliza. Esto porque lo que se dice cobra diferente significado dependiendo del contexto social en el que uno se encuentre. Esto no es exclusivo, claro, de palabras con doble significado, sino de percepciones sociales propias de un lugar geográfico, creencias ancestrales transmitidas a través de las generaciones o malinterpretaciones de la lengua que han sido adoptadas como válidas.

A primera vista, Bourdieu convence con la teoría de análisis del habitus lingüístico, pero al inspeccionarlo detenidamente resulta que responde la pregunta equivocada. De todas maneras, es una alternativa válida para descifrar el mensaje contenido en los discursos (eso no está en discusión), pero hay que tomar en cuenta que el resultado del ejercicio podría no ser el correcto y que no hay manera de asegurarse de esto.

miércoles, 3 de agosto de 2011

Relaciones apadrinadas

En pleno siglo XIX la sociedad limeña, desde pequeños, nos inculcado que la intimidad y la economía mejor mantenerlos separados para evitar su perversión. Sin embargo, en “La negociación de la intimidad”, Viviana A. Zelizer afirma que las prácticas económicas constituyen un patrón en las relaciones sociales íntimas, generalmente caracterizadas por el afecto y la confianza.

Hace algún tiempo atrás, un compañero, el cual había conocido tres meses antes, me invitó informalmente un almuerzo en un restaurante con vista al mar. Llegué con una hora y media tarde y bromeó en que yo pagaría la cuenta por la tardanza. No me pareció tan descabellada la idea, teniendo en cuenta que yo había cometido la falta. Relacionando la situación y vinculándola con los conceptos trabajados por Zeiler, se considera una cita cuando él se ofrece a pagar la cuenta sin compartir gastos de ningún tipo. El almuerzo se prolongó aproximadamente tres horas. Sin embargo, aún no me quedaba claro si nuestro encuentro era simplemente una reunión de amigos, una salida, un treating o una cita.
Al final de la velada, paga la cuenta y se ofrece llevarme a casa, lo cual me pareció un poco creepy porque era la primera vez que salíamos y no tenía idea en donde quedaba mi casa. Evidentemente, era una cita. Antes de tomar el camino a mi casa, se desvía y vamos a un centro comercial. Me deja esperando en el estacionamiento, mientras me vende la idea que iba a pagar unas cuentas al banco. Durante el camino a casa, se portó muy amable y toda la conversación era en relación a nuestra próxima salida, del día siguiente. Al llegar a mi casa, me da un regalo. Evidentemente, no quise aceptar el don. En primer lugar porque en casa me habían inculcado que no aceptara regalos de desconocidos, pues evidentemente me sentiría deuda. Y, si en aquel momento aceptaba el don, pensé que me vería obligada a pasar un tiempo extra con él. En segundo lugar, sentía que me estaba tratando de comprar. También, se me cruzó por la mente, su reacción al no aceptar el don. Probablemente, se sentirá rechazado y pensará que no quiero nada con él, pensé. Para Mauss, aceptar un don o regalo es aceptar parte del alma de quién regala. El regalo tiene un cometido en la persona que lo recibe. El objeto no es inerte, tiene un alma y trata por sí mismo de volver a su dueño de origen. Sin embargo, rechazar un regalo, es visto como una ofensa que puede muchas veces, puede conducir a la guerra o en este caso a un desplante. Estaba claro que yo quería seguir frecuentando a este hombre. Por ello, dude en aceptarlo o no. Mauss sostiene que los dones que no se devuelven siguen transformando en inferior a la persona quién los aceptó. Es decir, si aceptaba el don las probabilidades de estar supeditada a lo que me pida eran mayores. Pues, cuando la gente intercambia regalos está esperando una devolución. Ya que al recibir el don afectivo, está implícito el dar, recibir y devolver. Evidentemente, si aceptaba el don me vería obligada a devolverlo de algún modo. Felizmente, mi inexperiencia me hicieron hacerle caso a los sermones recalcados en casa. Es así que no recibí el regalo.

Grande fue mi sorpresa, porque aparentemente hasta el momento no hemos tenido ningún acercamiento (llámese demostraciones de afecto, etc) y nuestras conversaciones eran amicales, tampoco me realizó ninguna propuesta. En un primer momento, me negué aceptar el dinero y me justificó que era vísperas de mi cumpleaños y que probablemente no iba a verlo. Acepté el dinero y junto con aquella aceptación los numerosos detalles y atenciones se multiplicaron como por arte de magia. Zelizer sostiene que aunque las personas intenten mantener el dinero apartado de lo privado, ambos mundos se conectan y se combinan incesantemente. A lo largo de todas sus explicaciones y casos Zelizer demuestra de qué modo el precio es central en tres áreas claves de la intimidad: las relaciones de pareja, las de cuidados y las de la vida doméstica. La relación que ya había iniciado con este hombre no tenia nombre, hasta el momento. El era soltero y yo también, sin embargo no podía catalogarla como una relación de pareja, porque no me dijo para ser enamorados y tampoco manifestó que quería un treating, en ningún momento hablamos de las características de la relación. Extraña situación porque hasta el momento él solo había dado y no recibido nada a cambio.

Ciertamente, a lo largo de algunos meses logre desarrollar algún tipo de cariño por este personaje. Si era amor o no, es cuestionable, debido a que la relación estaba íntimamente vinculada a los dones. ¿Es que acaso el amor sincero está obligado a mantenerse desligado de las relaciones intimas económicas?
No había ningún tipo de compromiso de ambas partes pero cuando nos empezamos a frecuentar mas a menudo, empezamos a salir, tal y como lo define Zelizer, una forma exclusiva y duradera. Los lazos de sociales de intimidades y de transacciones de económicas se acabaron en cuanto logre desarrollar un sentimiento de amor hacia este personaje, el cual no buscaba ningún tipo de relación duradera, mucho menos un noviazgo.

Para finalizar, considero que evidentemente las relaciones intimas están apadrinadas por el dinero dado que una vez terminada la relación, los conflictos que por lo general se producen, son por la vinculación de ambos universos en tensión generalmente devienen en procesos judiciales y el derecho que representa el ámbito ideal para analizarlos.